Dos velas para el diablo

"cuando los ángeles te dan la espalda, ¿en quién puedes confiar?"

Creación de un video-clip

El tráiler del libro



Mil palabras: una imagen




Mi querido diario

Martes, 26 de marzo de 2009

Sigo estando en esta casa. Ya hace cuatro años que no sigo mi diario electrónico, pero creo que ahora tengo un buen motivo para hacerlo. He conocido a una chica llamada Cat, que quiere averiguar quién mató a su padre y por qué (su padre era Iah-Hel, un ángel menor). A mí esto me da igual; el problema es que no hace mucho mataron a Cat, y ahora ha vuelto a aparecer siendo un fantasma y parece que su enlace soy yo. Pero, ¿por qué precisamente yo?
También hay otro aspecto en este asunto: hay demonios antiguos que tienen algún tipo de relación con ella. Esto quizá me ayude a subir de rango en mi especie, o puede que gracias a ella me entere de cosas valiosas. Pero quizás esto también me meta en problemas. Aunque seguro que de aquí a un par de siglos me olvidaré de todo, y solo quedará este documento en el disco duro de este ordenador. No sé si darle importancia a esto...
Es raro tener a Cat tooodo el día pegada a mí. A veces me cansa y me agobio, y lo pago con ella. Me parece demasiado pesada... Pero me he dado cuenta de que es especial. Tiene un gran valor, coraje, nobleza; es valiente, pero también inocente, pura... No sé, es diferente a los demás humanos. Me gustaría saber por qué. Creo que podré saberlo ayudándola, desvelando el misterio de la muerte de su padre. Y así podrá irse por el túnel de luz y dejarme tranquilo de una vez.
Presiento que gracias a ella podré saber cosas que no me incumben, y así poder ser un gran demonio. Espero no equivocarme... Bueno, iré a la cocina, que creo que Cat está por allí. Hasta el tiempo que haga falta, querido diario.

Angelo.


Si la novela fuera...

Si la novela fuera una canción sería "All around the world", de Oasis. Esta canción a veces es tranquila y otras veces es fuerte, como los diferentes capítulos del libro. Además, la canción habla del mundo y de que se tiene que correr la voz, como el caso de Cat y Angelo. Hay muchas estrofas que se podrían atribuir a los protagonistas.

Si la novela fuera una película sería "Un puente hacia Terabithia", porque se mezcla el amor con la aventura y la fantasía. Y hay una gran característica igual: se muere la protagonista. En la película los protagonistas crean con la imaginación un mundo distinto, que en el libro podría ser la realidad de los ángeles y los demonios.

Si la novela fuera un animal sería un búho. Representa la capacidad de volar de los ángeles y los demonios, la buena voluntad y la pureza de Cat, y la sabiduría milenaria de los arcángeles y los demonios mayores.

Si la novela fuera una flor sería una rosa. Tiene una similitud con los demonios: son bellos y tienen una "fragancia" que atrae a los humanos, pero albergan en su interior maldad como las espinas de la rosa. También se parece al libro en general: parece una historia bonita y feliz pero tiene golpes escondidos.

Si la novela fuera un estado de ánimo sería "sorprendido", porque continuamente se están descubriendo cosas nuevas y ni los personajes ni el lector paran de sorprenderse.

Si la novela fuera una estación del año sería el otoño, porque simboliza el final de la vida -las muertes de los personajes-, y el nacimiento de otros. Es una época de caída, de tristeza, pero también hay días soleados. Define más o menos el carácter del libro.


Descripción del sueño de un personaje

"El mismo sueño" (Caterina)

Oh, no... Otra vez el sueño de cada noche. Estoy durmiendo en un autobús, en busca de los asesinos de mi padre. Y, desde hace un par de semanas, estoy soñando lo mismo. Ahora mi subconsciente está cruzando una callejuela oscura, tenebrosa. Y, como siempre, veo a un chico de espaldas con dos alas negras inmensas pegadas al cuerpo. Retrocedo dos pasos, y oigo un ruido detrás de mí. Me giro, y veo a mi padre al otro extremo de la callejuela.
-¡Papá! -grito, con la misma angustia y rabia que la noche anterior. Y aunque ya sé que cuando empiece a correr ese chico de alas negras me alcanzará antes de tocar a mi padre, igualmente corro. Mi instinto me dice a gritos que corra hacia mi padre y así poder saber que nada ha sido real, que en realidad Iah-Hel sigue vivo...

Pero nunca lo consigo. Siempre se acerca el chico, como una sombra fugaz, y me rodea con los brazos. Le miro a los ojos y veo que los tiene rojos. Pero no me da miedo. Le dirijo una mirada de odio, y él me sonríe. Me acaricia una mejilla y me susurra al oído <Conseguiremos descubrirlo todo>.

En este punto siempre me despierto, y nunca tengo tiempo de preguntarle qué significan sus palabras. Ahora estoy sola, muy sola. En el autobús sólo hay dos ancianos y un hombre. Me acomodo en mi asiento y miro por la ventana, pensando en las palabras del chico de las alas negras. Espero no encontrarme nunca con él por la calle...

El monólogo de un personaje

Monólogo de Gabriel dentro de su prisión

No puedo más. Estoy muy cansada, pero no consigo dormir. Tengo tanto frío... Y, aún así, no puedo parar de pensar en la criatura que llevo dentro de mí. Haré todo lo posible para que no le pase nada. Tengo que ser fuerte y salir adelante... no voy a dejar que mi hijo sufra.
Me han encerrado aquí, en una celda demasiado pequeña, demasiado oscura, demasiado fría... Estoy sentada en una esquina, hecha un ovillo y acariciando débilmente mi barriga, intentando transmitir tranquilidad a mi hijo. No puedo evitar derramar un par de lágrimas, estoy muy triste. Pero no debo olvidar quién soy: un arcángel que lucha por la humanidad y la vida; un arcángel capaz de sentir amor hacia un demonio... y conseguir crear vida; un arcángel que ama a la Creación tanto como a los humanos, y que debe proteger sus vidas.
Sonrío levemente al pensar que Nebiros y Uriel todavía no han podido descubrir quién es el padre de mi hijo, y que cuando venga los detendrá y conseguirá sacarme de aquí y detener la masacre que nos acecha. Amo tanto a Astaroth... No quiero que le pase nada.
Estoy percibiendo algo. Una especie de ruido, creo. Levanto la cabeza, alarmada. Ah, no; sólo es un espíritu perdido. Un momento, no parece muy perdido... Lo observo, dirigiéndole una mirada comprensiva, y le dedico una sonrisa. Me empieza a hablar, y me doy cuenta de que en realidad sabe muchas cosas para ser un simple fantasma. Sabe quién soy y quién me tiene prisionera. Cierro los ojos, ocultando tristeza por recordar que sigo aquí encerrada. Cuando se marcha, presiento que pronto volveré a ser libre, que todo saldrá bien.
Me envuelvo en mi chaqueta, en esta esquina fría, y abrazo mi barriga para transmitirle paz a mi bebé. "Todo saldrá bien", le digo.

Si mi personaje fuera poeta...

Caterina, un fantasma:
"No puedo evitar amarte"

Me río sin conseguir carcajada,
lloro sin derramar ni una lágrima.
Intento percibir, pero no puedo,
y aunque no esté respirando, no muero.

Cierro los ojos y todo lo veo,
escucho otros lenguajes y comprendo.
Mis manos ya no empuñan esa espada,
así que ahora no puedo hacer nada.

¡Basta ya! ¡No puedo más!
¿En qué me he convertido?
¡Basta ya! ¡No puedo más!
Ayúdame, ángel mío.

No quiero ser una carga para ti,

eres mi enlace desde que morí.
No veo el túnel de luz, pido perdón,
mas creo que ya sé cuál es la razón.


¡Basta ya! ¡No puedo más!
¿Es esto lo que siento?
¡Basta ya! ¡No puedo más!
Ayúdame, Angelo...


...no puedo evitar amarte.



El comienzo de la imaginación

"Hoy día, la gente ya no cree en los ángeles. Bueno, hay quien piensa que son seres de luz que están aquí para aydudarnos y que, si les rezas de una determinada manera, te ayudarán a encontrar novio, a que te toque la lotería o a curarte las hemorroides..."

Eso no es creer en los ángeles. En serio, la gente que piensa que es así, no tiene ni idea. Lo sé, estoy convencido de ello. Porque hace unas semanas me encontré, sin poder creerlo, con un ángel de verdad. Y no he sido capaz de contárselo a nadie. Pero hoy me veo con ánimos de contarle esto a un trozo de papel, quizá para desahogarme y luego destruirlo, o quizá para guardarlo y volverlo a leer dentro de unos años… para saber que no fue un sueño.
Todo empezó la tarde de un viernes cualquiera. Salí del instituto y cogí el viejo tranvía que recorre la ciudad cientos de miles de veces. Esta vez, sin embargo, bajé antes de llegar a la parada que me deja casi delante de casa. Bajé del viejo tranvía en la Piazza dil Duomo sin saber muy bien por qué; quizá la catedral me había vuelto a hechizar, obligándome a bajar del tren, sentarme en un banco de piedra y observar su magnífica fachada. Cogí la mochila y me dispuse a cruzar la plaza más importante de Milán, repleta de historia, librerías, abuelos charlando… me encanta. Esquivé con destreza a los turcos que querían, como siempre, venderme pulseras de colores, y al fin crucé la inmensa plaza para entrar, inconscientemente, dentro de la gran catedral. Seguía allí, como siempre, tan grande, tan bella, repleta de un ambiente antiguo y rebosante de magia. Empecé a andar por uno de los laterales, despacio, observando los mosaicos y las figuras…
Cuando llegué justo al lado izquierdo del altar, me tropecé. Agradecí que no hubiera nadie cerca, porque se hubieran reído de mí. Cuando intentaba ponerme de pie otra vez, vi por qué me había tropezado. Una de las baldosas sobresalía del suelo, y tenía una forma muy rara. No me había fijado nunca, y mira que me había pasado horas y horas en aquel lugar. Me di cuenta de que se podía retirar la baldosa, y dentro había un agujero con un pergamino dentro. Quién iba a decir que de esta forma tan estúpida yo, un simple chico de quince años, encontraría la clave de los ángeles, de la humanidad y del mundo.