Dos velas para el diablo

"cuando los ángeles te dan la espalda, ¿en quién puedes confiar?"

El final múltiple

1) Ya puedo abandonar este mundo

Estoy a punto de partir. Ya me he despedido de Angelo, y todavía resuenan en mi cabeza las dos últimas palabras que han salido de su boca: "Te esperaré". Algo ha tirado de mí, y ahora me estoy alejando. Espera, estoy retrocediendo. ¿Qué está pasando? No me dirijo a Angelo... Una fuerza invisible me está conduciendo con una velocidad vertiginosa hacia arriba. Me desplazo como un pájaro hacia España, y cada vez me acerco más a Valencia. Ahora puedo ver los campos, las casas, los coches... No tengo miedo. Sencillamente me dejo llevar.
Han pasado cinco minutos, y ahora veo una parte de una ciudad que me es familiar. Veo una iglesia y... ¡a Jotapé! ¡Es él! Claro que me es familiar todo esto. Jotapé está sentado en las escalinatas de la iglesia, mirando el cielo. ¿Me habrá visto? No lo creo...
Al fin pongo mis pies -o mi ectoplasma, es igual- en el suelo, y me acerco rápidamente a Jotapé. No me ve, evidentemente. Grito su nombre, y tampoco me oye. Entonces pongo mis manos sobre las suyas, y él alza la cabeza como si hubiera percibido mi presencia. Hacía mucho tiempo que no le veía. Está muy diferente; los años han sido duros con él. Me acerco más y le susurro su nombre. Jotapé pone los ojos como platos.
-...¿Cat? -añade, con una sonrisa incrédula.
Sé que me tengo que ir, y lo único que me quedaba era despedirme de Jotapé, una persona muy importante para mí, una persona que me ayudó muchísimo. Al fin y al cabo, el único ser humano que me queda en la Tierra.
<Adiós>, le susurro otra vez. Él deja caer una lágrima, y comprende.
-Alguien me dijo que habías muerto. S
upongo que si te despides de mí es que ya has encontrado la paz interior... Te quiero como a una hija, Cat. Ve con Él; te está esperando.
Después de estas palabras, le acaricio la mejilla. Lo percibe y sonríe otra vez. Me alejo, y vuelvo a ver una luz
cegadora. Ya puedo abandonar este mundo, y Angelo me estará esperando en algún lugar, algún día.


2) Los dos juntos, eternamente

-¡Espera, Cat! -oigo decir, momento
s antes de atravesar el túnel de luz.
Es Angelo. Me doy la vuelta y él vuela hasta donde estoy yo. Creía que ya me lo había dicho todo.

-Cat, mis sentimientos hacia ti son más profundos de lo que pensaba. Me he dado cuenta de que no puedo dejarte marchar.
<¿Qué...?> balbuceo, incrédu
la, feliz. Pero algo tira de mí hacia la luz, alejándome de él.
-¡No! -grita Angelo, persiguiéndome. Consigue cogerme la mano. -No pienso soltar la mano de Cat. ¿Quieres a un demonio en tu reino? Tú eliges. Los dos cruzamos el túnel, o los dos nos quedamos aquí.
No me lo puedo creer
. Noto su caliente mano sobre la mía, su pulso, su respiración. Está tan nervioso como yo, pero antepone el valor y el coraje. ¿Estará hablando con Dios? ¿Se atreve a hablarle? Supongo que lo hace porque quiere estar conmigo. Oh, nunca pensé que diría esto, pero... Angelo me ama. Mi corazón, o lo que queda de él, no puede parar de latir a cien por hora. Le miro, y él me dedica una media sonrisa. Surgen unos segundos de silencio absoluto, de incertidumbre. Los arcángeles miran la escena desde la lejanía, en el suelo.
Enton
ces ocurre algo que nos sorprende a todos: algo tira de los dos y nos dirigimos hacia el final del túnel. ¡Los dos juntos!
Nos miramos.
<Angelo... no sé qué habrá al otro lado.>
-Yo tampoco -responde, mirándom
e fijamente mientras nos alejamos de la Tierra. -, pero no importa. Haya lo que haya, estaremos tú y yo.
Miro hacia el frente, saboreando los sentimientos que afloran en mi interior: el amor mutuo, la felicidad des
bordada. También tengo miedo, pero no importa. Estoy con Angelo. Y creo que estaré una buena temporada con él... ¿quizá toda la eternidad? ¡Claro!
Mientras pienso en esto, dejo caer un par de lágrimas que se pierden en las nubes. Cuando llueva, caerán en algún lugar de la Tierra mostrando hasta qué punto alguien puede ser feliz.

<Te quiero, Angelo>.

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